Si alguna vez deseaste lograr algo, eso lo obtuviste al otro lado del miedo. Porque te atreviste. Pasaste la raya, cruzaste la avenida, montaste la bicicleta, diste tu primer beso, el primer día de escuela, el interrogatorio de graduación, la entrevista de trabajo... O hiciste la carta de renuncia para irte a un trabajo nuevo. O sencillamente decidiste emprender algo nuevo. Todo eso está al otro lado del miedo. Y pudiste pasar al otro lado del miedo porque tuviste coraje. Y pasaste. Algunas en el primer intento, otras te tocó más de dos veces... O hasta diez intentos... O jamás lo lograste, pero cambiaste el rumbo y llegaste a otra orilla. Pero jamás te quedaste del otro lado. Pasaste. Si superas el miedo, conseguirás lo que buscas. Para superarlo, solo debes convencerte de actuar. Y hacerlo. Decidirse por la seguridad de la confortabilidad en vez de arriesgarse a la posibilidad de la derrota, es apostar a la muerte y al olvido. Para mí es más riesgoso pensar lo que pude haber hecho en lugar de aquello que puedo recordar ante logrado, con solo mirar mis cicatrices. De la misma forma como te levantas cada día a enfrentar tu día, sin que parezca monótono y secuencial en todas tus actividades, lo principal es que actúas y enfrentas el reto de estar vivo, de llevarlo en la mejor manera, aprendiendo en cada circunstancia y evento; asumiendo tu papel como dueño de tus actos en uso pleno de tu libre albedrío, tomando el control de tu vida, a través de tus acciones.
Toma el control de tu vida.
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