[Articulo originalmente publicado el domingo 18 de septiembre de 2011 en el blog Visualis Communicatio del autor]
Por Irving Vierma
La excesiva exposición de los seres humanos a bombardeos constantes de estímulos y sensaciones, a cargo de los medios de información masiva, ha generado en amplios sectores de la población mundial, serias afecciones y trastornos que son objeto de estudio para psicólogos y expertos del área psiquiátrica. La doctora venezolana Enza Petraglia (Psicopedagoga y Psicóloga) nos ha referido el DSM-IV como fuente científica para el estudio psicológico de dichos trastornos.
El Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (DSM-IV-TR) lo define de esta forma: “Trastornos disociativos: Consisten en una alteración de las funciones integradoras de la conciencia, la identidad, la memoria y la percepción del entorno (con síntomas como la pérdida de memoria de eventos traumáticos, sensación de distanciamiento de los propios procesos mentales y del propio cuerpo, hasta el control del comportamiento por varios estados de personalidad sucesivos). Se distinguen: Amnesia disociativa, Fuga disociativa, Trastorno de identidad disociativo, Trastorno de despersonalización y Trastorno disociativo no especificado”
Nuestros procesos socio-políticos han dejado una estela de “afectados” que podemos ver a diario en muchos lugares, especialmente referidos de los canales de TV informativos y de opinión. Los fanáticos de uno u otro lado, explotan y alteran sus emociones ante determinados detonantes, afectando amistades y relaciones familiares, entre otras.
¿Existe algo como la guerra psicológica? Podría decirse que la dinámica comercial, política y religiosa, principalmente en nuestra sociedad, ha utilizado herramientas y oportunidades para posicionar y privilegiar argumentos de unas sobre otras para lograr metas de mercadeo, militancia y seguidores.
Colores, imágenes, lemas, expresiones y dogmas, son repetidos hasta la saciedad todos los días, por todos los medios, para lograr una ubicación que permita competir, atraer, sostener y manipular la voluntad de las personas que han vivido bajo el constante e inclemente yugo que la penetración del mensaje diseñado -científicamente, para manipular voluntades, sentimientos e ideologías.
A la luz de esos hechos y revisando la bibliografía especializada, podríamos preguntarnos ¿A cuántas personas conocemos con alteración de las funciones integradoras de la conciencia, la identidad y la memoria? ¿Cuántos de nuestros amigos o conocidos perciben su entorno en forma distinta a los demás?
En 2005 escuché por primera vez la mención por parte de activistas políticos favorables al gobierno, al referirse a sus opositores inmediatos como “disociados” por las posiciones enfrentadas y antagónicas entre esos diversos grupos y sectores. Al cabo de algunos años de debates, enfrentamientos y acusaciones recibidas hacia este servidor, de parte y parte, me atrevo a afirmar que dichos trastornos han logrado a afectar a muchos, sin distinción de su inclinación política o ideológica, debido a que todos, sin excepción, hemos estado expuestos a las “balas” de esa batalla mediática. La “disociación” es la consecuencia nefasta de la maquinaria propagandística de todos los sectores.
Comments